El género y los sexos. Repensar la lucha feminista
"El género y los sexos. Repensar la lucha feminista", libro de Lucía González-Mendiondo publicado en 2019 por Ediciones El Salmón. La autora es sexóloga y ha escrito una tesis doctoral sobre la construcción del discurso contra la violencia de género y sus implicaciones en prevención y educación
Se pueden descargar las primeras páginas del libro aquí.
A
continuación, explicación de la autora, índice de contenidos, algunos
fragmentos y audio de una presentación del libro en Madrid (octubre de 2019).
EXPLICACIÓN DE LA AUTORA:
Han pasado dos años desde que se publicó este libro. No se me había ocurrido pensar que pudiera tener tan buena acogida; estoy más acostumbrada a las críticas negativas y la censura, a que se me tache de «enemiga del feminismo» y se tergiversen mis palabras. Así las cosas, cuando el feminismo necesita repensarse más que nunca, comenzando por repensar su propio sujeto político, supongo que es normal la buena acogida de la primera edición: el feminismo precisa de ideas diferentes sobre la identidad y las relaciones sexuales que le permitan crecer y superar el victimismo y el punitivismo al que parece estar abocado, y, con más o menos acierto, ese es el objetivo de este libro. (De la nota a la segunda edición)
Yo también aspiro a una sociedad más justa en la que exista mayor igualdad entre los sexos y la violencia y la dominación no tengan cabida. Creo que vivimos en una sociedad patriarcal en la que hombres y mujeres somos socializados de manera desigual y creo que, en casi todos los ámbitos, las mujeres salimos peor paradas. Pero el actual feminismo institucionalizado de género no tiene nada de liberador, al imponer nuevos dogmas a hombres y mujeres, y volvernos menos autónomos y menos felices.
El género explica la articulación de la represión a la que nuestra cultura patriarcal, capitalista y blanca ha sometido a las mujeres y a las minorías eróticas, pero no da cuenta de toda nuestra realidad sexual. Es absurdo pensar que en la historia de las mujeres, en concreto en lo que atañe a nuestra sexualidad y nuestras relaciones eróticas, todo haya sido represión, a pesar de lo mucho que nuestra sexualidad ha sido reprimida y negada.
La lucha contra el Patriarcado no es un enfrentamiento maniqueo entre hombres y mujeres, entre opresores y oprimidas, entre víctimas y verdugos. Es una lucha que debería concretarse en el desmantelamiento de los aspectos de nuestra civilización en los que la diferencia sexual, las diversas sexualidades y las singularidades eróticas son objeto de represión, discriminación y sometimiento. Y tal desmantelamiento no puede darse contra el hombre, sino que ha de ser una lucha conjunta de hombres y mujeres, diferentes, diversos/as y singulares.
ÍNDICE:
Nota a la segunda edición (2021)
Prólogo a la segunda edición: Una feminista escéptica (Agustín Malón Marco)
Introducción
I. Feminismo: ¿Teoría, ideología o práctica?
- La violencia contra las mujeres: llave para la institucionalización del feminismo
- De lucha política a realidad científica
II. Los sexos en tiempos del género
- El género
- El posgénero
- Los sexos
III. El feminismo antes del género
- De la Cuestión Sexual a la Cuestión de las Mujeres
- «La tragedia de la emancipación de la mujer» o la importancia de los ciclos largos
- Algunos fragmentos de «La tragedia de la emancipación de la mujer»
- Cabos de los que tirar: leer a Emma Goldman tras más de cien años
IV. Sexualidad, deseo y pensamiento feminista
- Eros satanizado
V. El victimismo no nos empodera
VI. Reflexiones finales: diferencia, diversidad y singularidad
Bibliografía
Notas
FRAGMENTOS:
A lo largo de este primer capítulo voy a detenerme en esos dos aspectos: la incursión del feminismo de género en el ámbito académico, por un lado, y la institucionalización del feminismo de la Igualdad, por el otro; ambos han supuesto, durante las últimas décadas, el alejamiento de un amplio sector feminista de sus propios objetivos: el empoderamiento femenino y el desmantelamiento del Patriarcado.
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La creación del Instituto de la Mujer, en octubre de 1983, coincidiendo con la publicación de las primeras cifras de denuncias por malos tratos, y la puesta en marcha de los primeros gabinetes jurídicos y psicológicos de mujeres, suscitó una fuerte polémica en el seno del movimiento feminista, que lo consideraba un nuevo intento del PSOE de institucionalizar la lucha de las mujeres.
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Ambas autoras [Camille Paglia y Christina Hoff Sommers] comenzaron a criticar el determinismo social del feminismo, en especial en los temas relativos a la violencia y la identidad sexual. Se desmarcaban así de una concepción rousseauniana del ser humano, benigno por naturaleza y corrupto por las fuerzas sociales, imperante en el feminismo, alejándose además de la visión feminista de la violencia de los hombres hacia las mujeres, en especial en lo referido a la violación y a la denominada violencia de género. La crítica planteada por estas autoras, a partir de la cual invalidaban el sistema sexo/género como herramienta epistemológica, se basa en la consideración de dicho sistema como un esquema dicotómico anacrónico que resultaba insuficiente para analizar la multiplicidad de identidades masculinas y femeninas a la luz del rápido proceso de flexibilización de los roles de género acontecido durante las últimas décadas.
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Personalmente me cuesta creer que las mujeres, en general, percibamos a los hombres como nuestros opresores, más aún si nos centramos en el ámbito de la pareja y de las relaciones íntimas. Esta explicación resulta demasiado simplista, no alcanza a comprender la complejidad de las relaciones humanas y del deseo erótico, al tiempo que define las identidades masculina y femenina como dos realidades estancas, sin atender a la pluralidad y la diversidad de las identidades.
Por otra parte, si uno de los objetivos prioritarios del feminismo de la igualdad, en el que se desarrolla la teoría de género, es el empoderamiento femenino, la propia idea de género nos conduce inevitablemente al victimismo, opuesto, evidentemente, a ese empoderamiento.
El ideal igualitario subyacente a la teoría de género nos lleva a considerar cualquier diferencia como síntoma de la desigualdad generada por el conjunto de relaciones jerárquicas y discriminatorias que se desarrollan en el Patriarcado. De lo que se concluye que todas las mujeres estamos sometidas por igual, precisamente por nuestra condición de mujer, mientras que los hombres se igualarían entre sí por su condición de dominantes, con independencia de perfiles y variaciones históricas y con textuales.
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[El queer] Nació para romper con las etiquetas, para decirle a los roles de género: ¡Que os den!, para reclamar un espacio para las llamadas minorías eróticas y luchar por la despatologización de la homosexualidad, la transexualidad, etc. Volvió a poner la idea de intersexualidad sobre la mesa después de más de un siglo de binarismo y determinismo biológico. En los primeros años de este siglo se nos presentó como la verdadera y definitiva revolución sexual y, en poco más de quince años, se ha convertido en una fábrica de nuevas etiquetas –cis, trans, individuos no binarios, pansexual, polisexual, omnisexual, sapiensexual–, sin dejar de señalar al hombre hetero como causa de todos nuestros males, como enemigo a batir.
PRESENTACIÓN DEL LIBRO:
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